Como es sabido, el año pasado se
negoció una oferta masiva de plazas que fue pactada por la Administración y por
algunos de los sindicatos con representación en mesa sectorial. En este llamado
plan de consolidación se dejó la puerta abierta a que miles de opositor@s hayan
tenido que dejar sus puestos de trabajo en manos de la diosa fortuna. Lo que ha
ocurrido en estas oposiciones no solo corrobora lo que se lleva evitando todo
el curso, el ERE masivo, sino que deja ver lo injusto, aleatorio y poco
transparente del proceso, dejando en una absoluta indefensión a l@s opositor@s
interin@s. Desde Docentes por la Pública creemos que elaborar un plan de
estabilidad se vuelve imprescindible para evitar que ocurra lo mismo este año
con las oposiciones de primaria, y con las siguientes convocatorias hasta 2021.
Desde el 23 de junio que comenzó
el proceso selectivo varios han sido los aspirantes que, en todas las
comunidades autónomas, han dado a conocer su frustración a los medios de
comunicación, dejando con ello evidencia de las deficiencias de un sistema de
acceso que no premia el esfuerzo ni la dedicación, sino la suerte del momento. dejándoles
a merced de un sinfín de variables que más tienen que ver con el azar que con
la valía personal y profesional. Uno de los casos quizás más mediático ha sido
el de Madrid donde apenas un 15% de los aspirantes ha superado la primera
prueba, y de los suspendidos, casi un 70% lo hace con notas que rondan el 1. Para
alguien que lleva tiempo estudiando, años trabajando, e incluso, aprobando
alguna oposición sin plaza, no solo es desesperante la arbitrariedad del
proceso, sino que es denigrante verse con notas tan bajas, que manifiestan lo
absurdo del sistema para quienes ya los han demostrado en su día al aprobar una
carrera y para quienes los demuestran cada día en su aula.
En Andalucía, donde ha habido una
de las mayores ofertas de plazas de todo el Estado, los datos estadísticos
corroboran el fracaso de este plan de consolidación que, como veníamos
anunciando, solo garantizaba estabilizar plazas y no al profesorado que las
ocupa. El alto porcentaje de aprobados
de personal no interino, llegando a superar el 50% de plazas en algunas
especialidades, no solo habrá alejado de las aulas a cientos de docentes que
año tras año han desarrollado su profesión, sino que también habrán visto
desperdiciado su dedicación y empeño en obtener una plaza en un proceso tan
subjetivo y aleatorio.
No se puede jugar con el tiempo,
la ilusión y el futuro de tanta gente. Tampoco se debe entrar a juzgar las
decisiones de los miembros de los tribunales ni poner en tela de juicio la
integridad de l@s compañer@s que son llamados a formarlos, lo que sí es de
rabiosa necesidad la revisión de la subjetividad de un proceso que deja
indefenso a cualquier aspirante sin tan siquiera la posibilidad de poder
acceder a los criterios de calificación al que ha sido sometido.
La primera piedra del proceso la
encontramos en la prueba escrita, donde es difícil medir el esfuerzo cuando
dependes de un sorteo y donde desarrollar un único tema no demuestra el
conocimiento sobre el conjunto de la materia. Alguien que lleve diez temas
podría desarrollar mejor el tema que aquel haya preparado el temario completo. Esto,
de partida, demuestra que no se mide el conocimiento si no la suerte, sin
entrar en añadido como el orden o el momento en el que es leído tu examen o el
número de personas que hayan podido elegir el mismo tema que tú. Por si esto ya
fuese poca garantía para el que ha dedicado meses e incluso años al estudio,
tenemos la subjetividad de la persona que debe corregir el tema. Sin dudar de
su profesionalidad y de du criterio, es innegable que el enfoque que se le de
al tema y la síntesis que del mismo se hace, conlleva a que las notas dependan
de una interpretación personal alejando este proceso de la objetividad que un acceso
de estas características requeriría, por muchos criterios de calificación que
se elaboren.
La parte práctica no se escapa a
la subjetividad y al azar. En ella, vuelven otra vez a enfrentarse a la diosa
fortuna en un temario inabarcable, y en el que, como hemos visto en algunas
especialidades como ha ocurrido con Dibujo o FOL, la falta de rigor en su
realización y de la ambigüedad en su interpretación impiden el desarrollo del
mismo con un mínimo de garantía. A esto hay que añadir la poca unificación en
los criterios de elaboración de los prácticos, donde se da el caso de
especialidades con un abanico de ejercicios para elegir algunos de ellos, a
otras especialidades en las que se deben de realizar todos los supuestos.
Pero no todo termina aquí. Una
vez superada esta primera criba, donde hemos visto el sinfín de factores que
nada tienen que ver con la capacidad del aspirante, se da paso a la parte
didáctica, dónde no queda constancia en ningún sitio de lo que se ha hecho, por
lo que reclamar esta nota sería totalmente inútil. Parece increíble pensar que
se nos permita dar clase durante años y que luego se valore que no somos aptos
para superar una parte didáctica por lo realizado en un día. Como si los
nervios, un mal día o el cansancio no fueran elementos que pueden hacer mermar
nuestra capacidad expositiva, o si la subjetividad, una vez más, no pudiera
dejar fuera del proceso a un profesional que ya está demostrando su valía día
tras día en su aula.
Por último, no olvidemos otra de
las consecuencias que este sistema de acceso a la función púbica acarrea, ya
que un opositor trabajando debe dedicar tiempo a estudiar que no emplea en la
preparación de clases, en la realización de proyectos educativos o en la
formación y reciclado de conocimientos, algo que es una pérdida de recursos
humanos que nos aleja de la calidad educativa que merece nuestro alumnado.
Además, un porcentaje muy elevado del profesorado interino cambia de centro cada
año, lo que impide dar una continuidad a los departamentos didácticos. Esto
también les impide, en gran medida, emprender proyectos vitales como tener
hijos o establecerse en un domicilio, algo que también influye en su estudio y
preparación.
Ya sabemos que para la
administración el mayor plan de estabilización era convocar un número elevado
de plazas en vez de velar por los trabajadores que las ocupaban. Es evidente,
ante los resultados obtenidos, que esta estabilidad solo ha sido para aquell@s
afortunad@s en el proceso y no para l@s compañer@s que llevan ocupando esas
plazas años. Es indignante que tras un
año de reivindicaciones no quisieran poner freno a este ERE anunciado.
Desde docentes por la pública
creemos que es necesario cambiar este sistema injusto y subjetivo por otro que
pueda garantizar la objetividad, minimizar las injusticias y reducir el azar,
así como no someter a este proceso de manera reiterada a aquell@s que ya lo
hayan superado en alguna ocasión, y centrarnos en lo que realmente nos tenemos
que centrar, la formación de nuestro alumnado.
Ante este panorama vuelve a
hacerse necesario plantearse la modificación del sistema de acceso a función
pública y garantizar la estabilización del profesorado interino, bien con una
doble vía de acceso o con la aplicación del artículo 61.6 del EBEP, donde dado
el carácter de excepcionalidad en el que nos encontramos, un acceso por
concurso de méritos evitaría el ERE de miles de docentes.
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