martes, 31 de julio de 2018

¿Azar u Oposición?


Como es sabido, el año pasado se negoció una oferta masiva de plazas que fue pactada por la Administración y por algunos de los sindicatos con representación en mesa sectorial. En este llamado plan de consolidación se dejó la puerta abierta a que miles de opositor@s hayan tenido que dejar sus puestos de trabajo en manos de la diosa fortuna. Lo que ha ocurrido en estas oposiciones no solo corrobora lo que se lleva evitando todo el curso, el ERE masivo, sino que deja ver lo injusto, aleatorio y poco transparente del proceso, dejando en una absoluta indefensión a l@s opositor@s interin@s. Desde Docentes por la Pública creemos que elaborar un plan de estabilidad se vuelve imprescindible para evitar que ocurra lo mismo este año con las oposiciones de primaria, y con las siguientes convocatorias hasta 2021.

Desde el 23 de junio que comenzó el proceso selectivo varios han sido los aspirantes que, en todas las comunidades autónomas, han dado a conocer su frustración a los medios de comunicación, dejando con ello evidencia de las deficiencias de un sistema de acceso que no premia el esfuerzo ni la dedicación, sino la suerte del momento. dejándoles a merced de un sinfín de variables que más tienen que ver con el azar que con la valía personal y profesional. Uno de los casos quizás más mediático ha sido el de Madrid donde apenas un 15% de los aspirantes ha superado la primera prueba, y de los suspendidos, casi un 70% lo hace con notas que rondan el 1. Para alguien que lleva tiempo estudiando, años trabajando, e incluso, aprobando alguna oposición sin plaza, no solo es desesperante la arbitrariedad del proceso, sino que es denigrante verse con notas tan bajas, que manifiestan lo absurdo del sistema para quienes ya los han demostrado en su día al aprobar una carrera y para quienes los demuestran cada día en su aula.

En Andalucía, donde ha habido una de las mayores ofertas de plazas de todo el Estado, los datos estadísticos corroboran el fracaso de este plan de consolidación que, como veníamos anunciando, solo garantizaba estabilizar plazas y no al profesorado que las ocupa.  El alto porcentaje de aprobados de personal no interino, llegando a superar el 50% de plazas en algunas especialidades, no solo habrá alejado de las aulas a cientos de docentes que año tras año han desarrollado su profesión, sino que también habrán visto desperdiciado su dedicación y empeño en obtener una plaza en un proceso tan subjetivo y aleatorio.

No se puede jugar con el tiempo, la ilusión y el futuro de tanta gente. Tampoco se debe entrar a juzgar las decisiones de los miembros de los tribunales ni poner en tela de juicio la integridad de l@s compañer@s que son llamados a formarlos, lo que sí es de rabiosa necesidad la revisión de la subjetividad de un proceso que deja indefenso a cualquier aspirante sin tan siquiera la posibilidad de poder acceder a los criterios de calificación al que ha sido sometido.

La primera piedra del proceso la encontramos en la prueba escrita, donde es difícil medir el esfuerzo cuando dependes de un sorteo y donde desarrollar un único tema no demuestra el conocimiento sobre el conjunto de la materia. Alguien que lleve diez temas podría desarrollar mejor el tema que aquel haya preparado el temario completo. Esto, de partida, demuestra que no se mide el conocimiento si no la suerte, sin entrar en añadido como el orden o el momento en el que es leído tu examen o el número de personas que hayan podido elegir el mismo tema que tú. Por si esto ya fuese poca garantía para el que ha dedicado meses e incluso años al estudio, tenemos la subjetividad de la persona que debe corregir el tema. Sin dudar de su profesionalidad y de du criterio, es innegable que el enfoque que se le de al tema y la síntesis que del mismo se hace, conlleva a que las notas dependan de una interpretación personal alejando este proceso de la objetividad que un acceso de estas características requeriría, por muchos criterios de calificación que se elaboren.

La parte práctica no se escapa a la subjetividad y al azar. En ella, vuelven otra vez a enfrentarse a la diosa fortuna en un temario inabarcable, y en el que, como hemos visto en algunas especialidades como ha ocurrido con Dibujo o FOL, la falta de rigor en su realización y de la ambigüedad en su interpretación impiden el desarrollo del mismo con un mínimo de garantía. A esto hay que añadir la poca unificación en los criterios de elaboración de los prácticos, donde se da el caso de especialidades con un abanico de ejercicios para elegir algunos de ellos, a otras especialidades en las que se deben de realizar todos los supuestos.

Pero no todo termina aquí. Una vez superada esta primera criba, donde hemos visto el sinfín de factores que nada tienen que ver con la capacidad del aspirante, se da paso a la parte didáctica, dónde no queda constancia en ningún sitio de lo que se ha hecho, por lo que reclamar esta nota sería totalmente inútil. Parece increíble pensar que se nos permita dar clase durante años y que luego se valore que no somos aptos para superar una parte didáctica por lo realizado en un día. Como si los nervios, un mal día o el cansancio no fueran elementos que pueden hacer mermar nuestra capacidad expositiva, o si la subjetividad, una vez más, no pudiera dejar fuera del proceso a un profesional que ya está demostrando su valía día tras día en su aula.

Por último, no olvidemos otra de las consecuencias que este sistema de acceso a la función púbica acarrea, ya que un opositor trabajando debe dedicar tiempo a estudiar que no emplea en la preparación de clases, en la realización de proyectos educativos o en la formación y reciclado de conocimientos, algo que es una pérdida de recursos humanos que nos aleja de la calidad educativa que merece nuestro alumnado. Además, un porcentaje muy elevado del profesorado interino cambia de centro cada año, lo que impide dar una continuidad a los departamentos didácticos. Esto también les impide, en gran medida, emprender proyectos vitales como tener hijos o establecerse en un domicilio, algo que también influye en su estudio y preparación.

Ya sabemos que para la administración el mayor plan de estabilización era convocar un número elevado de plazas en vez de velar por los trabajadores que las ocupaban. Es evidente, ante los resultados obtenidos, que esta estabilidad solo ha sido para aquell@s afortunad@s en el proceso y no para l@s compañer@s que llevan ocupando esas plazas años.  Es indignante que tras un año de reivindicaciones no quisieran poner freno a este ERE anunciado.

Desde docentes por la pública creemos que es necesario cambiar este sistema injusto y subjetivo por otro que pueda garantizar la objetividad, minimizar las injusticias y reducir el azar, así como no someter a este proceso de manera reiterada a aquell@s que ya lo hayan superado en alguna ocasión, y centrarnos en lo que realmente nos tenemos que centrar, la formación de nuestro alumnado.

Ante este panorama vuelve a hacerse necesario plantearse la modificación del sistema de acceso a función pública y garantizar la estabilización del profesorado interino, bien con una doble vía de acceso o con la aplicación del artículo 61.6 del EBEP, donde dado el carácter de excepcionalidad en el que nos encontramos, un acceso por concurso de méritos evitaría el ERE de miles de docentes.








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